El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, señaló el lunes que su gobierno probablemente dejaría de importar petróleo de Venezuela, y añadió que están observando “muy de cerca” al país sudamericano.
“Era un país próspero hace 20 años, pero ahora está sumido en el caos”, declaró Trump a los periodistas en la Oficina Oval, poco después de asumir el cargo. “No necesitamos su petróleo, tenemos suficiente de sobra para satisfacer nuestras necesidades.”
Previamente, Richard Grenell, enviado especial de Trump para misiones internacionales, había comentado que había mantenido conversaciones con varios funcionarios venezolanos y que comenzaría reuniones el martes, pocos días después de que la administración de Biden impusiera nuevas sanciones al gobierno de Nicolás Maduro.
“La diplomacia está de vuelta”, escribió Grenell en una publicación en X, revelando que ya había realizado las primeras llamadas. “Hablar es una estrategia.”
https://twitter.com/RichardGrenell/status/1881463194310566244
Grenell, quien desempeñó funciones como director interino de inteligencia al final del primer mandato de Trump, también tenía previsto reunirse con opositores venezolanos en Washington el martes, según indicó una fuente cercana al asunto.
No se recibió respuesta inmediata del Ministerio de Comunicación de Venezuela sobre los comentarios de Trump o el acercamiento de Grenell.
Las exportaciones de petróleo de Venezuela hacia Estados Unidos crecieron un 64% el año pasado, alcanzando alrededor de 222,000 barriles diarios, lo que convirtió a Estados Unidos en el segundo mayor mercado de exportación de Venezuela después de China, que importó 351,000 barriles diarios, una caída del 18% en comparación con el año anterior.
Desde 2019, la industria petrolera venezolana ha estado bajo sanciones de Estados Unidos, con el objetivo de frenar sus ingresos provenientes del crudo.
Sin embargo, desde 2022, a Chevron se le ha permitido enviar petróleo venezolano a Estados Unidos con el fin de recuperar dividendos no pagados por sus socios en empresas conjuntas.
UN NUEVO CAPÍTULO
Durante su campaña electoral, Trump describió a Maduro como un “dictador”, luego de haber llevado a cabo una política de “máxima presión” contra el gobierno venezolano durante su primer mandato (2017-2021), que incluyó la imposición de severas sanciones económicas y medidas contra la industria petrolera del país.
El expresidente Joe Biden, por su parte, relajó brevemente algunas de las restricciones impuestas por Trump, tras promesas electorales de Maduro, pero más tarde revirtió estas decisiones, argumentando que Maduro no cumplió sus compromisos de celebrar elecciones democráticas.
Maduro y su administración han rechazado las sanciones impuestas por Estados Unidos y otras naciones, calificándolas de ilegítimas y acusando que son una “guerra económica” destinada a debilitar a Venezuela.
El gobierno de Maduro, junto con sus aliados, ha destacado la capacidad de resistencia del país ante estas medidas, aunque también han señalado que las dificultades económicas y la escasez de productos se deben, en gran parte, a las sanciones.
Maduro ha sugerido que la reelección de Trump podría representar “un nuevo comienzo” en las relaciones bilaterales entre ambos países.
Una de las propuestas clave de Trump durante su campaña fue la deportación masiva de inmigrantes indocumentados, muchos de los cuales provienen de Venezuela. Para llevar a cabo esta medida, sería necesaria la colaboración de las autoridades venezolanas.
En su anuncio sobre la nominación de Grenell, Trump afirmó que su enviado especial trabajaría en diversas zonas de conflicto a nivel global, incluidos Venezuela y Corea del Norte. Grenell fue embajador de Trump en Alemania, enviado especial para las negociaciones de paz entre Serbia y Kosovo, y director interino de inteligencia nacional durante el mandato de Trump.
Grenell ya había tenido encuentros previos con representantes cercanos a Maduro.
Según reportó Reuters, en 2020, Grenell se reunió de manera secreta con un representante de Maduro para intentar negociar una salida pacífica del poder para el presidente venezolano, cuya reelección en 2018 fue considerada fraudulenta por gran parte de la comunidad internacional. Sin embargo, no se llegó a un acuerdo en ese momento.