La espía Castrista Ana Belén Montes, una de las funcionarias estadounidenses de más alto rango que espió para Cuba, fue liberada de prisión antes de tiempo, confirmó el viernes la Oficina de Prisiones de EE. UU., después de pasar más de dos décadas tras las rejas, informó Reuters.
Montes, de 65 años, se declaró culpable en 2002 de conspiración para cometer espionaje después de que fue acusada de usar su posición de liderazgo como funcionaria de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA) para filtrar información, incluida la identidad de algunos espías estadounidenses, a La Habana.
A los 45 años, fue sentenciada a 25 años de prisión.
Ciudadano estadounidense de ascendencia puertorriqueña, Montes comenzó a trabajar para la DIA en 1985 y ascendió rápidamente hasta convertirse en el principal analista de Cuba de la agencia.
Los fiscales dijeron que durante este tiempo Montes recibió mensajes codificados de La Habana a través de una radio de onda corta como cadenas de números, que ella escribiría en una computadora portátil equipada con descifrado para traducirlos a texto.
La espía castrista fue acusada de proporcionar la identidad de cuatro espías estadounidenses a Cuba, así como otra información clasificada.
Montes fue arrestado el 21 de septiembre de 2001, poco antes de que Estados Unidos invadiera Afganistán. En su sentencia un año después, Montes argumentó que había obedecido a su conciencia y que la política de Estados Unidos hacia Cuba era cruel e injusta.
“Me sentí moralmente obligada a ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos por imponerle nuestros valores y nuestro sistema político”, dijo. Ricardo Urbina, el juez de sentencia, dictaminó que ella puso en riesgo a sus conciudadanos estadounidenses y a la “nación en su conjunto”.
Al salir de prisión, Urbina había ordenado que Montes fuera puesta bajo supervisión durante cinco años, con su acceso a internet monitoreado y la prohibición de trabajar para gobiernos y contactar agentes extranjeros sin permiso.
Bajo la presidencia de Joe Biden, Estados Unidos alivió algunas sanciones contra Cuba, pero mantuvo su embargo de la era de la Guerra Fría en la isla y aumentó las restricciones a los inmigrantes ilegales, que llegan a niveles récord en medio de una inflación descontrolada y escasez de medicamentos.